NO HAY DECISIONES EQUIVOCADAS

¿Eres de l@s que se lo piensa una y otra vez antes de tomar cualquier decisión, por insignificante que parezca? ¿Tener que decidir algo importante te quita el sueño? ¿Una vez tomada la decisión sigues dándole vueltas pensando en si la decisión que has tomado es la acertada? ¿LLevas días, meses, posponiendo una decisión?

Hace un par de días una amiga me preguntaba: ¿Tienes una varita mágica para tomar decisiones?. No, no tengo una varita. Pero tengo una serie de creencias acerca de la toma de decisiones que me ayudan a perder el miedo a equivocarme. Que te quede claro de una vez: ¡NO HAY DECISIONES EQUIVOCADAS!. ¿Que no te lo crees? Quédate y te lo demuestro.

¿Por qué te cuesta tanto tomar decisiones? Yo lo resumo con las tres «R»: Riesgo: en la toma de decisiones siempre existe un mínimo de incertidumbre, y a tu cerebro no saber lo que va a pasar le angustia. Renuncia: porque más que la elección de una alternativa, la toma de decisiones implica renunciar a todas las demás opciones. Y, por último, responsabilidad: que conlleva el hacerte cargo de las consecuencias de esas decisiones.

Para empezar a tomar mejores decisiones, antes tienes que cambiar tu forma de pensar con respecto a las mismas. A mí me sirve, entre otras cosas, tener en cuenta las siguientes afirmaciones:

No hay decisiones equivocadas, sólo consecuencias que no te esperabas

No hay decisiones equivocadas, sólo consecuencias que no esperabas

  1. Decidir es una de las pocas libertades que nos quedan. ¿Eres de esas personas que cuando tiene el poder de decidir se llevan las manos a la cabeza mientras se lamenta: ¡menudo marrón!? No, no y no. Date cuenta: ¡tienes el power! ¡Tienes tu vida en tus manos! ¿No es maravilloso? Pase lo que pase y a pasar de las tres «R», lo más sano es tener el control de tu vida. ¡Decide tú u otros lo harán por ti!
  2. No se puede no decidir. Puede que hayas sentido la tentación de «no decidir» pensando que así evitas las consecuencias. Pero estás equivocado, el hecho de «no decidir» ya es una decisión que tomas y, por lo tanto, también tendrá consecuencias que tendrás que asumir.
  3. No hay decisiones equivocadas. Según tú, ¿cuándo sabes que una decisión es equivocada? Ah, cuando pasa el tiempo y los resultados que esperabas no se corresponden con la realidad que vives, ¿es eso? Bien, te voy a demostrar que no necesariamente un mal resultado, (mejor dicho, un resultado que no esperabas) evidencia una mala decisión. Te propongo un juego: imagina que tenemos una bolsa de tela con 99 bolas blancas y 1 negra. Si metes la mano sin mirar y sacas una bola blanca, has ganado mil euros. Si, por el contrario, sacas la bola negra, has perdido un euro. ¿Qué te parece? ¿Juegas?. Detén un momento la lectura y piénsalo por un momento ¿Juegas? ¿Seguro? Ok… Seguramente estás dispuesto a jugar porque tienes mucho que ganar y muy poco que perder. ¿Seguimos? Bien, imagina que sacas la bola negra ¿Que los resultados no sean los que esperabas, significa que la decisión está mal tomada? Claramente la respuesta es ¡NO! De hecho, si te propusiera volver a jugar seguirías aceptando.
  4. No eres adivino. Por otra parte, si lo que entiendes por decisión acertada es que las cosas salgan como tu esperabas, te diré: ¡Tu lo que quieres es ser adivino! Lo siento, pero no tienes ese poder. Deja de sentirte culpable por no disponer de una bolita mágica en tu mesilla de noche que te muestre el futuro. Si hubieras sabido lo que iba a pasar, ¿dónde está la gracia de tomar decisiones?
  5. Siempre se puede seguir decidiendo. ¿Qué pasa si las cosas no salen como esperabas? ¿Es para tanto? ¿Quién te dice que si hubieras tomado otro camino no estarías peor? Eso es, no lo sabes. Además, ¿es posible que tus circunstancias, tus intereses, hayan cambiado? Tal vez lo que decidiste ayer, hoy ya no te sirva. Primero, no te olvides de los motivos que te llevaron a tomar la alternativa que tomaste. Segundo, míralo por el lado bueno, ahora tienes una mayor experiencia para poder seguir decidiendo, conviértelo en sabiduría; porque quizás no puedas dar marcha atrás, pero siempre puedes seguir decidiendo y conseguir acercarte a lo que ahora necesitas. Lo cierto es que: «Si abordas cada situación como un asunto de vida o muerte, morirás muchas veces»
  6. No hay alternativas perfectas. No sé por qué razón tienes esta absurda idea en la cabeza: Pensar que dentro de las diferentes alternativas hay una que es acertada y que hay que distinguirla de las demás, que son las incorrectas. No entiendes que pensar así te genera una presión difícil de soportar ¿será esta? ¿será aquella? Olvídate, no hay ninguna que sea perfecta. Y si la hubiera, saltaría a la vista y ya no habría nada que decidir. La dificultad de la toma de decisiones estriba en que todas tendrán sus pros y sus contras. De todas formas, no hace falta que una opción sea perfecta, simplemente con que te resuelva la papeleta es suficiente. Hay dos tipos de personas. Los maximizadores, que analizan cada opción con la duda constante de que pueda haber otra alternativa que sea más perfecta que la anterior. Con lo que invierten mucho tiempo y mucha energía. Por otro lado están los satisfactores, que sin analizar todas las alternativas, eligen una que sea lo suficientemente buena. Adivina que tipo de personas se van a la cama y duermen más tranquilos.

Muy bien, ahora que tienes claro que muchas de las ideas que tenías sobre la toma de decisiones tan sólo eran límites en tu cabeza, te estarás preguntando  ¿Y ahora qué? ¿Tienes una varita para tomar decisiones? No, no la tengo. Lo que sí tengo son una serie de buenas preguntas que pueden ayudarte a vislumbrar la opción que más te interese, en el propio proceso de decidir. Para empezar, te voy adelantando una cuestión ¿Sabes lo que quieres? Estaría bien que supieras la respuesta a esta pregunta, pues, al menos, te señala la dirección del camino a seguir.

¿Te veo en la siguiente entrada con estas preguntas, a mi modo de ver, fundamentales a la hora de tomar decisiones? Decidas lo que decidas, ya sabes de antemano que no vas a equivocarte. ¡Qué alivio!

24 comentarios en “NO HAY DECISIONES EQUIVOCADAS

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    • Buenos días Maricruz! Para poder recibir las notoficaciones tienes que escribir tu mail en la parte de la derecha de la página, donde dice SEGUIR EL BLOG POR EMAIL. Introduce tu dirección de correo donde corresponde, haz clic en SEGUIR y listo! Todos los lunes recibirás las nuevas publicaciones en tu correo electrónico.
      Saludos!

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  2. Yo siempre he sido una «maximizadora» y debo decir que es agotador vivir así; porque además de la decisión en sí misma, se le añade a todo una dosis altísima de estrés que no hace más que empeorar todas las situaciones. Ultimamente sin embargo, he cambiado un poco, porque me he dado cuanta de que realmente no vale la pena, y he decidido que voy a dejar de preocuparme excesivamente cada vez que tenga que tomar una decisión y dejar también de «fustigarme» cuando crea que he tomado una «mala decisión». Me ha encantado leer este post porque he tenido un momento de bajón por mis «malas desiciones» y gracias a él he recobrado la «cordura» jeje. Un saludo!

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  3. Antes de eligir no hay decisiones equivocadas. Pero si tomas una decisión y te lleva a la ruina, cómo puedes hacer para ver el lado positivo, cómo puedes conseguir no sentirte culpable por la decisión que has tomado?

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    • Hola Cristina! Pues porque la culpa sólo te lleva quedarte anclada en el pasado. El lado positivo es que ya tienes la experiencia de la que puedes aprender para tomar nuevas decisiones, y esto te enfoca hacia el futuro. No te olvides que cuando tomaste esa decisión tenías tus motivos. Si hubieras sabido entonces que los resultados no eran los esperados hubieras, seguramente, hecho las cosas de otra forma; pero nadie puede conocer lo que aun no ha sucedido. Por lo tanto, ¿para qué te culpas por no conocer lo que va a suceder mañana? ¿no te parece injusto culparse por ello?

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  6. Qué alivio reconocer que en su momento tomé la decisión que ha cimbrado mi vida, pero era la más buscada para salvar la angustia que consumía a la familia.
    Sé ahora que me bajé de un tren lleno de brillantes posibilidades, que me ha dolido profundamente, pero que aún en mi tercera edad puedo aceptar que gané experiencia y ese era el momento.
    Mañana saldrá de nuevo el sol!

    Gracias!

    Magu.

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