ENCUENTRO CON LA SOMBRA (2)

En los dinteles de piedra del hoy derruido templo de Apolo en Delfos -construido sobre una de las laderas del monte Parnaso- los sacerdotes grabaron dos inscripciones, dos preceptos, que han terminado siendo muy famosos y siguen conservando en la  actualidad todo su sentido. En el primero de ellos, «Conócete a ti mismo», los sacerdotes del dios de la luz aconsejaban algo que nos incumbe muy directamente: conócelo todo sobre ti mismo, lo cual podría traducirse como conoce especialmente tu lado oscuro. La segunda inscripción cincelada en Delfos, «Nada en exceso», es, si cabe, todavía más pertinente en el tema que nos ocupa. Cuando sentimos un deseo muy intenso y lo relegamos a la sombra, nos condenamos a la búsqueda de gratificaciones sustitutorias instantáneas o nos entregamos a actividades hedonistas, por lo que, dejos de desaparecer, las transformamos en sentimientos y acciones profundamente negativas. ¿Cómo saber cuándo está actuando nuestra sombra? ¿Podemos detectarla? Existen por lo menos cinco eficaces métodos de observamos a nosotros mismos y aprender algo sobre nuestra sombra. ¿Te quedas?

Como decía en la entrada anterior, en la sombra se encuentran aquellos aspectos de ti que no deseas mostrar y que un día decidiste (bueno, no sé si fue exactamente una decisión; no una decisión consciente, al menos), desterrar a las profundidades de tu ser. La historia es que estas cosas mejor saber por dónde se andan ¿no? Mejor tenerlas a la vista que a su libre albedrío en la oscuridad, que luego pasa lo que pasa. Entonces, ¿estás seguro de que quieres hurgar en tu sombra?

«La sombra sólo resulta peligrosa cuando no le prestamos la debida atención»

1) Solicita el feedback de los demás.

Desafortunadamente, sin embargo, el simple hecho de pensar en ello nos hace sentir amenazados y preferimos seguir creyendo que los demás nos ven del mismo modo en que nos vemos nosotros. Las personas que nos conocen bien se hallan en una posición privilegiada para ayudarnos a descubrir nuestras facetas más oscuras. Estamos refiriéndonos, claro está, a nuestra pareja, a alguien que nos importe realmente, los amigos íntimos, los socios o los compañeros de trabajo. Paradójicamente, sin embargo, no parecemos estar muy dispuestos a escuchar lo que puedan decirnos estas personas -que potencialmente son las más adecuadas para nuestro interés- y justificamos nuestra falta de atención con el pretexto de que son subjetivos, están proyectando o tienen intereses en el asunto. Cada vez que respondemos exageradamente «a favor» o «en contra» de algo y nos mantenemos inflexibles en nuestra actitud, existen sobradas razones para sospechar que nos hallamos en territorio de la sombra y que haríamos bien en investigar.  Cuando la opinión de varias personas sea coincidente harías bien en tomar nota de sus observaciones -estés o no de acuerdo con ellos- y dedicarte a examinarlas con detenimiento.

2) Desvela el contenido de tus proyecciones.

La proyección es un mecanismo inconsciente que acontece cuando se activa un rasgo o una característica de nuestra personalidad que permanece desvinculada de nuestra conciencia.imagen-8 Como resultado de la proyección inconsciente, percibimos este rasgo en la conducta de los demás y reaccionamos en consecuencia. Así vemos en ellos algo que forma parte de nosotros mismos pero que no reconocemos como propio. Nosotros no podemos percibir directamente el dominio oculto de la sombra ya que ésta, por su misma naturaleza, resulta difícil de aprehender. La sombra es peligrosa e inquietante y parece huir de la luz de la conciencia como si ésta constituyera una amenaza para su vida. Así pues, sólo podemos ver a la sombra indirectamente a través de los rasgos y las acciones de los demás, sólo podemos darnos cuenta de ella con seguridad fuera de nosotros mismos. Cuando, por ejemplo, nuestra admiración o nuestro rechazo ante una determinada cualidad de un individuo o de un grupo -como la pereza, la estupidez, la sensualidad o la espiritualidad, pongamos por caso- es desproporcionada, es muy probable que nos hallemos bajo los efectos de la sombra. De este modo, pretendemos expulsar a la sombra de nuestro interior proyectando y atribuyendo determinadas cualidades a los demás en un esfuerzo inconsciente por desterrarlas de nosotros mismos.

La manera más sencilla de llevar adelante este trabajo consiste en 1. Hacer una lista de las cualidades que nos desagradan de los demás como, por ejemplo, la vanidad, el mal humor, el egoísmo, la mala educación, la avaricia, etcétera. Una vez hecha la lista -que probablemente será muy larga- 2. Debemos seleccionar aquellas características que más odiemos, aborrezcamos o despreciemos. Por más difícil que nos resulte de creer -y aún más de asumir- este inventario final nos mostrará una imagen fidedigna de nuestra propia sombra personal. Obviamente no todas nuestras críticas son proyecciones de rasgos propios indeseables pero cuando nuestra crítica sea desproporcionada o excesiva podemos estar seguros de que algo inconsciente ha sido estimulado y reactivado.

Las proyecciones pueden ser tanto negativas como positivas. La mayor parte del tiempo, sin embargo, lo que vemos en los demás son aquellos atributos que nos desagradan de nosotros mismos. En este sentido, también resulta sumamente interesante enumerar las cualidades que más admiremos en los demás. Así, por ejemplo, cuando nos escuchemos decir: «Yo nunca podré ser así» haríamos bien en analizar esos rasgos porque es muy probable que formen parte de nuestra Sombra Dorada.

El problema no radica tanto en el hecho de proyectar sino en el tiempo que permanecemos proyectando. ¿Por qué tendemos a valorar negativamente la proyección? Hay proyecciones que son útiles e incluso adecuadas. Recuerda que si no podemos proyectar tampoco podemos conectar con el mundo.   

3) Examina los «lapsus» verbales y conductuales que cometes e investiga lo que ocurre cuando los demás te perciben de modo diferente a como lo haces tú.

 Los lapsus linguae son aquellas equivocaciones involuntarias que nos ponen en un aprieto. La sombra, que es en parte todo aquello que queremos ser -pero que no nos atrevemos a ser-, constituye el escenario más apropiado para la manifestación de este tipo de fenómenos. Justificaciones tales como «esto es lo último que hubiera querido decir» o «no puedo creer que yo haya dicho eso».  Los lapsus de conducta son, si cabe, más reveladores todavía. En ocasiones parece que no exista explicación alguna para la conducta «aberrante» de una persona. En tales casos alguien podría perfectamente decir: «No sé que le ha ocurrido. ¡Jamás le había visto actuar así!» Los lapsus conductuales suelen ser conductas que parecen completamente ajenas a la persona que los comete y que dejan atónitos a todo el mundo -incluida, claro está, la persona en cuestión.

4) Investigar tu sentido del humor y tus identificaciones.

La mayoría de nosotros sabe que el sentido del humor suele evidenciar mucho más de lo que se ve a simple vista: nuestras emociones más ocultas, más bajas o más temidas. La sombra suele ser la que ríe y se divierte. Por ello, es muy probable que quienes carezcan de sentido del humor tengan una sombra muy reprimida. No cabe la menor duda de que lo que despierta nuestro sentido del humor, aquello que nos resulta especialmente divertido, puede contribuir a aumentar nuestro autoconocimiento.

«Descubrir la sombra nos permite estar en el lugar correcto del modo correcto»

5) Analiza tus sueños, ensueños y fantasías.

Aunque digamos lo contrario, todos nosotros soñamos, ensoñamos y fantaseamos, y si prestamos atención a esas actividades podremos aprender muchas cosas sobre nuestra sombra y sobre sus contenidos.

SombrasCuando la sombra aparece en nuestros sueños asume el aspecto de una figura de nuestro mismo sexo, que nos persigue y, a la cual, reaccionamos con miedo, desagrado o disgusto.

Resulta imposible que la mente se mantenga atenta y concentrada durante toda nuestra vigilia. Por consiguiente: ¿Qué pensamos cuando no estamos pensando en nada? ¿Dónde va nuestra mente? ¿Qué imágenes o fantasías pueblan nuestro pensamiento? Nuestros ensueños y nuestras fantasías pueden ser tan extrañas y contrarias a nosotros que hasta pueden resultar aterradoras. No se trata de algo que estemos dispuestos a admitir fácilmente ante los demás y, en muchas ocasiones, ni siquiera las aceptamos ante nosotros mismos. Pero negar su existencia es perder otra oportunidad de conocernos a nosotros mismos. Más adecuada será la actitud de afrontarla y descubrir qué es y qué pretende. Debemos observar sus acciones, sus actitudes y sus palabras (en el caso de que pronuncie alguna). La sombra, a fin de cuentas, encarna  dimensiones de nuestro ser que podrían ser conscientes.

Te recuerdo que estoy hablando del libro «Encuentro con la sombra. El poder del lado oscuro de la naturaleza humana», escrito por varios autores, entre los cuales se encuentra Carl Jung. En una primera entrada, «Encuentros con la sombra (1)», hablamos sobre cómo se va construyendo la sombra desde pequeños. En esta segunda, cinco formas de detectarla en nuestra vida cotidiana y, por último, nos queda saber cómo integrarla para ser los seres completos que una vez fuimos,… pero eso será para el próximo lunes.

2 comentarios en “ENCUENTRO CON LA SOMBRA (2)

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