ALADURÍA. EL CAMINO HACIA LA CREATIVIDAD

9788494746451¿Qué es lo que ocurre para que la creatividad provoque admiración y, al mismo tiempo, una madre se disguste cuando su hijo le anuncia que pretende explorar su lado creativo con la intención de convertir eso en su oficio?

Nos han enseñado a aplaudir a aquel que hace algo sorprendente, pero al mismo tiempo nos han convencido de que nosotros no podemos hacer algo que merezca la pena ser aplaudido.

No sé por qué nos hemos dejado arrebatar la creatividad. La pregunta correcta no es “¿Cómo ser creativo?”. La pregunta correcta es “¿Qué te impide sentir que ya lo eres?”.

El tiempo y la experiencia –dice Julián Bozzo- me han mostrado que el camino de la creatividad está repleto de trampas que la mayoría de nosotros no estamos dispuestos a enfrentar. Trampas que empiezan en el propio concepto que tenemos de la creatividad.

La sociedad en la que vivimos nos ha enseñado que ser creativo es sinónimo de despuntar frente a los demás, de ser ingeniosos, ávidos… cuando, en realidad, el ser humano es creativo por naturaleza. Cuando cocinamos, cuando recordamos algo, cuando besamos, caminamos, leemos… estamos siendo creativos. Lo interesante es ver las maneras que tenemos las personas de mostrar esa singularidad creativa. ¡Todos nuestros actos son creativos!

En Aladuría. El camino hacia la creatividad encontrarás algunos de los mecanismos que la sociedad, la educación, la cultura y la familia han impuesto sobre nosotros para no dejar que nuestra esencia se exprese de forma libre y generosa. Y como en la adultez seguimos siendo fieles a esos mecanismos que nos llenaron de miedos, rechazos, exigencias, juicios, comparaciones… ¿Qué puedes hacer, a día de hoy, para dejar de mirar lo que fue y empezar a transitar por lo que puede ser? Durante todo el libro encontrarás actividades donde poner en práctica y desarrollar tu aladuría.

¿Cuáles son los mecanismos que LA SOCIEDAD imprime para no dejarnos estar en contacto con nuestro ser esencial?

  1. Introyectos. Creencias que hemos interiorizado, frases que nos han dicho desde que éramos pequeños, y que no hemos asimilado. Algunas pueden ayudarnos a vivir plenamente y otras no tanto. “Primero estudia, luego jugarás” “Si eres artista, serás un muerto de hambre”. No es que sean malas o buenas, quizás nos sirvieron en algún momento; el problema es que no las hemos cuestionado y las hemos aceptado como válidas sólo porque nos las llevan diciendo toda la vida. En lo que concierne al desarrollo y la expresión de nuestra esencia, nos interesa ver cuáles nos impiden entrar en contacto con nosotros y con nuestra libertad creativa.
  2. Son muchos los contrasentidos y dobles morales que presenta la sociedad. Su función es la de generar individuos tensos y anestesiados. ¿Para qué nos dicen que lo importante es ser espontáneo si, en la adultez, no se va a valorar, si cuando nos comportemos de forma espontánea nos dirán que somos muy infantiles? ¿Para qué se nos enseña a hacer las cosas con amor y dedicación, si después al grupo no le gustará y nos rechazará llamándonos frikis o empollones? ¿Para qué tanto empeño en tener una sana autoestima si después está mal visto recibir halagos o reconocer nuestras cualidades? ¿Para qué fomentar la creatividad en el niño si después los sentamos frente al televisor o con juguetes electrónicos donde casi todo está hecho? ¿Qué sentido tiene que la gente aprenda a pensar por sí misma pero después quitamos la filosofía de la escuela o la convertimos en una asignatura secundaria? El problema está en que todas estas contradicciones nos van generando una profunda sensación de pérdida, confusión y hastío. El trabajo necesario consiste en darnos cuenta de cómo esto hace que nuestra esencia y nuestra libertad se vean mermadas, castradas y anuladas.

La palabra ESCUELA deriva del latín y, en su origen, significaba `juego´, `ocio´, `diversión´. La escuela era un espacio donde el niño iba a divertirse y a jugar, a relacionarse con la vida desde el juego y el contacto con sus necesidades. Hoy en día esa idea (salvo contadas excepciones) no existe ni por asomo; hoy en día la escuela es un espacio donde mantener guardada y contenida a la infancia.

¿Qué mecanismos tiene LA ESCUELA para evitarnos conectar con nuestra esencia?

  1. El examen. La escuela dice que valora el ser sincero, comprometido, creativo, proactivo, trabajo en equipo, amistad, perseverancia… Otro contrasentido; porque si esto fuera cierto, habría herramientas para valorar estas conductas. Lo importante no es aprender, es aprobar. La consecuencia está clara. No seas buena persona, no me importa cómo seas. Lo que importa es lo que saques en mi examen. Es decir, lo que me importa es lo capaz que seas de responder lo que yo quiero oír y de ser lo que yo espero de ti.
  2. Evaluación y corrección constante. El examen es uno de los mecanismos, pero no es el único; a veces son más invisibles. También existen otras formas que evalúan el comportamiento de un niño para que se vaya moldeando según la mirada o el enfoque que tenga la escuela. Si un niño es extrovertido harán todo lo posible para que esté más calmado y, si es un niño calmado, se esforzarán en que sea más extrovertido. El caso es que no se nos permite ser buenos en algo que, en esencia, es ser nosotros mismos.
  3. ¿Dónde está el juego? Creemos que jugar es sólo un espacio dedicado a la no obligación, pero no es así. Jugar es un tipo de inteligencia con la que miramos la vida. El ser humano transciende a través de juego. En la infancia, el juego es prácticamente un espacio donde habita el ser esencial del niño. Y está dirigido al proceso, no al resultado. Los adultos no sabemos jugar; los adultos sabemos ganar o perder, pero no sabemos estar en los procesos intermedios. La escuela apenas tiene momentos para que el niño sea él mismo sin la intencionalidad del maestro. El único espacio donde el niño puede jugar libremente es en el recreo. El recreo debería ser una asignatura más y debería tener más espacio del que tiene.
  4. Responder para agradar al otro. La esencia de la pregunta no es tener respuesta. Esto no es más que otra manipulación de la mente adulta y controladora sobre la vida. La pregunta es una ventana que se abre a un mundo por conocer, su esencia es abrir; tantear el fondo del abismo de la experiencia, del continuo fruir sobre el que nos movemos y que nos envuelve en su magia inesperada. Pero, en la escuela, lo que nos han enseñado es a responder, es decir, a tener las puertas cerradas. Los niños saben vivir en el “no sé”, pero nosotros no. Nosotros necesitamos creer que sabemos, aunque para ello tengamos que mentir. La escuela no sabe dar el tiempo preciso para que el niño aprenda a responder y a escoger sus alternativas internas.

Vaya por delante que, nuestra FAMILIA hizo todo lo que pudo con lo que tuvo, nos dio lo mejor que tenía en ese momento y nos educó desde donde estaba disponible. Todos los padres sabemos que queremos lo mejor para nuestros hijos, pero ¿qué es lo mejor? Aquello que nos dieron. ¿Qué tiene que ver la familia con mi creatividad o con mi esencia? Nuestra esencia precisa de ciertos calores y atmósferas para salir a bailar. Somos como espejos y, y cuando vemos felicidad fuera, se nos activa la felicidad dentro.

¿Qué mecanismos tiene LA FAMILIA que nos dificulta conectar con nuestra esencia?

  1. Introyectos familiares. Si nos costó hacer el trabajo sobre los introyectos y la sociedad, tratar de verlos en la familia es muy complicado (a la par que doloroso), pues pueden llevarnos a sentir que se tambalea nuestra identidad más profunda.
  2. ¿Qué nos decían cuando…? No podemos conocernos de forma aislada porque pertenecemos a una realidad que nos envuelve. Presta atención a cómo te comportas cuando te dicen ciertas cosas o a qué te decían frente a un tipo de acciones particulares: cuando llorabas, cuando eras espontáneo, cuando hacías ruido, sobre tu profesión… Por ejemplo, yo cuando me mostraba espontánea recuerdo una frase de mi madre: “la risa te va a convertir en llanto” o sobre mi profesión, en mi casa siempre me han dicho: “tienes muchos pájaros en la cabeza”.
  3. Los eslóganes familiares. Las familias tenemos nuestra propia identidad. Somos como pequeños países. ¿Qué frases forman parte de la identidad de tu familia? “Los Pérez somos…” o “Los Sánchez somos…”
  4. Situaciones cotidianas, que si las observas detenidamente convierten también en contradicciones. Recuerdo una tarde en la Plaza del Carmen. Un niño, no debía tener más de tres o cuatro años, se suelta de la mano de su madre y echa a correr detrás de una paloma en dirección a la carretera. Su madre inmóvil, le grita una y otra vez que se detenga. En el último momento, la madre desesperada echa a correr tras él, gritando su nombre e insistiendo en que pare y no cruce al otro lado. El niño se para en el bordillo, haciendo caso a los gritos insistentes de su madre. Cuando ésta, por fin, alcanza al niño obediente, le recompensa con unos azotes en el culo. ¿Cuál crees que es el problema? ¿El problema es creado por el niño o por la madre? ¿Qué está aprendiendo el niño? ¿De qué tiene miedo la madre? ¿Cómo se podría solucionar?
  5. ¿A quién te pareces? Nuestra familia es más que el sitio al que llegamos. Somos, en parte, ese legado que se ha comunicado de generación en generación y es muy importante tener la máxima información posible. ¿Para qué? Para ser más conscientes de nuestros límites y creencias. Para saber dónde estamos y desde dónde venimos. Todos tenemos un parecido en la familia y este no suele ser casual.

Hemos estado conociendo los mecanismos que la sociedad, la escuela y la familia han impuesto sobre nosotros para no permitirnos entrar en contacto con nuestra esencia, pero quedarnos ahí es permanecer en tensión. Ahora tienes delante un inicio de camino, un horizonte hacia el que empezar a caminar. Ya no vale decir “es que a mí de pequeño…” Todo eso ya no te puede servir de excusa. Ahora te toca transitar el camino hacia tu libertad. El primer paso es siempre el más difícil. Y es el más difícil porque abre huella, rompe dirección, canta un nuevo camino…

Bienvenid@ al mundo aladuría

La aladuría es una forma de entregarse a la vida, un tipo de manifestación creativa conectada directamente con tu esencia. Es la creatividad que brota cuando eres tu mismo y sientes que estás expresando tu esencia sin objetivo alguno que te haga sentir mejor/peor que los demás. La aladuría busca cuidar y conectar con lo que hay dentro de ti y tiene por objetivo vincularte con tu universo esencial. Consiste en sentir que, cuando te entregas, lo haces desde la sinceridad, sintiendo que ese acto de entrega es un regalo que le das a la vida. No es, por tanto, ser el mejor, sino “ser uno mismo”.

La lucidez siempre lleva implícita una carga de responsabilidad y acción. Te queda tomar la decisión de avanzar por el camino de la valentía aladúrica… o no.

Aquí este tipo tan simpático os cuenta su experiencia tras la lectura.

Deja un comentario